Las Capullanas
a) Según versión del Obispo
Martínez Compañón: año 1873
Existieron Capullanas en la costa sur del Ecuador, en
Tumbes, en Piura y en Lambayeque. Los españoles sólo tuvieron contacto con dos
de ellas: Susy Cunti, soberana de un pequeño régulo formado donde ahora es
Pimentel. Esta seguramente era joven y bella pues, uno de los expedicionarios
llamado Pedro Alcón se enamoró de tal forma de ella que perdió la razón y tuvo
que ser amarrado para retornarlo a la nave. La otra fue la Capullanas de
Pariñas, donde los tallanes recataron del mar la espada de Pizarro. Hay
historiadores que dice que Susy Cunti fue la Capullana de Pariñas o Parina.
El cronista Herrera, contrariando la versión de
que la isla Gorgona era desierta asegura que Francisco Pizarro al verse solo
con los famosos Trece del Gallo, decidió trasladarse a otra isla más segura llamada
Gorgona en donde una Capullana les invitó carne, pescado, cierta forma de pan y
frutas, organizando fiestas los indios con sus mujeres, en las cuales se cantaba, se bailaba y bebía.
El cronista Fray Reginaldo Lizárraga, con un tono
propio de "un machista" warmifobico (que odia a las mujeres) que
quería desprestigiar a las mujeres, cuenta de las Capullanas lo siguiente,
haciendo narración de su recorrido por la tierra tal1án: “A orillas del río
Motape (Amotape), hallé un pueblo gobernado por mujeres que eran las
Capullanas, llamadas así por los españoles a causa de su vestido que tenía a
manera de capuces, con que se cubren de la garganta hasta los pies, ciñéndose
la cintura con bandas. Estas Capullanas que eran las señoras en su infidelidad,
se casaban como querían porque al no contentarlas el marido lo desechaban y se
casaban con otro. El día de boda, el marido escogido se sentaba junto a la
señora y se hacía gran fiesta de borrachera. El desechado se hallaba allí, pero
arrinconado, sentado en el suelo llorando su desventura, sin que nadie le diese
una sed de agua. Los novios con gran alegría le hacían burla al pobre”.
Francisco de Toledo en un informe que del Perú pasaba
al rey de España, decía: “fue la gente de la costa y llanos, a quien llamaba
yungas, gente muy débil; en la mayor parte de la costa gobernaban y mandaban
mujeres a quienes llamaban las Tallaponas y en otras partes llamaban
Capullanas. Estas eran muy respetadas, aun que había curacas de mucho respeto.
Ellos acudían a las chacras y a otros oficios que se ofrecía, porque lo de más
ordinario se remitía a las Capullanas o Tallaponas; y esta costumbre guardaban
en todos los llanos de la costa como por ley y estas Capullanas eran mujeres de
los curacas que eran las mandonas”.
Como se pudo apreciar, hay en este relato una
variación a la general creencia que las Capullanas eran las cacicas. En
realidad, sólo eran mujeres de los curacas que se metían a mandar, con el
consentimiento o ante la pasividad de los maridos.
El cronista Diego Trujillo relatando el viaje
último de Pizarro dice que las naves tocaron en un pueblo en que el gobierno
estaba a cargo de una viuda rica, que pertenecía a la provincia de Puerto
Viejo, en donde encuentran abastecimiento de maíz, pescado y fruta de la tierra
como papaya, así como una miel hecha de maíz y alguna cantidad de cacao.
Vaca de Castro, al referirse a las Capullanas, tiene
en todo la misma opinión que más tarde tuvo Toledo. Asegura que los curacas se
dedicaban al cultivo de la tierra y a otros oficios dejando las tareas del
gobierno a las esposas.
Otras denominaciones que se dieron de las Capullanas,
fueron las de Sallapuyas o Sallapullanas.
Lo normal, no era sin embargo que el gobierno de los
pueblos estuviera en manos de mujeres. Cieza de León, refiriéndose a Tumbes,
expresaba que “los señores antiguos de él, antes que fuesen señoreados por los
Incas, eran muy temidos y obedecidos por sus súbitos, más que ninguno de los
que se ha escrito y así eran servidos en las grande ceremonias”. Lo mismo dice
de los curacas de Piura agregando que tenían muchas mujeres procurando que
fueran las más hermosas.
Contrariando lo opinado por el Virrey Toledo, que con
la Conquista desaparecieron las Capullanas, existe un documento en el archivo
de Piura, del año 1778 en que el Cacique de Sechura, Cornelio Temoche que
también era cacique de la Muñuela, hace reclamos en su condición de cobrador de
tributos.
En ese documento se hace referencia que en 1572;
precisamente en la época en que Toledo gobernaba en el Perú, era cacica de esos
pueblos doña Isabel Capullana. Concretamente se expresa que era cacica y señora
de dicho pueblo de Sechura, de sus parcialidades y de los indios e indias de
dicho repartimiento.
b) Otra versión de la Capullana
Esto es una prueba más, del concepto valorado que
tenían los tallanes sobre las mujeres, pues hasta le daban acceso al poder y
al gobierno de sus cacicazgos, mientras que, en el resto del Imperio, las
mujeres desempeñaban un papel totalmente secundario.
Era Isabel Capullana una mujer de armas tomar, pues en
1578 se negó a reconocer al Padre Melchor Morales como Párroco de Catacaos, por
lo cual el religioso se fue en queja ante el Alcalde Ruy López Calderón que se
vio precisado a conminarla.
Este documento que merece ser estudiado detenidamente,
probaría que, en 1578 ya Paita con el nombre de San Francisco de la Buena
Esperanza, era la sede del corregimiento, y que, al hacerse el cambio, la nueva
localidad no tomó el nombre de Piura, sino conservó el suyo. Diez años más
tarde, este mismo capitán español, sería uno de los firmantes de la nueva acta
de Fundación, de la ciudad de San Miguel del Villar de Piura.
Otra muestra de la supervivencia de las Capullanas
durante la Conquista, fue el hecho de que el español Fernando Carrasco “se casó
con la Apullana de Catacaos" que dominaba la mayor parte de ese valle. Al
morir Carrasco, la viuda contrajo nuevamente matrimonio con Miguel de Salcedo,
el que a1 morir su mujer logra que le entreguen el gobierno de Catacaos como
repartimiento.
En 1575 era cacique de Narihualá Diego Mesocoñera “el
viejo” casado con María Querepay, los que tuvieron dos hijos: Francisco y Diego
el Mozo que se casó con Elvira Yungati1, de los que nació Francisca que se casó
con Juan Temoche, el que asumió el curacazgo de Narihualá, pero al morir en
1625 su viuda, asumió el cacicazgo que el año 1649 pasó a su hijo Jacinto
Temoche, pues Francisca volvió a casarse, esta vez con Sancho de Colán.
El sistema del matriarcado era muy común en los
diferentes pueblos del mundo antiguo y bien pudo ocurrir eso entre los
tallanes, pero no se sabe cuándo se implantó y cuando desapareció.
El cronista Cieza de León menciona a las Capullanas de
Amotape y Sechura, pero cuando Pizarro llegó al valle del Chira, acampó en
Poechos, recorrió el valle, ajustició a los jefes indios en Amotape y fundo San
Miguel, no se menciona ninguna Capullana. Nada se sabe sobre la de Amotape. Era
como si se la hubiera tragado 1a tierra o fueron dejadas de lado en el fragor
de la guerra que Atahualpa llevó a cabo contra los tallanes. Es el cronista
Lizárraga el que menciona a la Capullana de Motape o Amotacje como decían por
Amotape. Con relación a la Capullana de Pariñas, supo Pizarro cuando llegó a
Tumbes, que había muerto, por lo cual desistió de avanzar por mar y prefirió
hacerlo por tierra.
Esto nos llevaría a pensar, que en realidad el papel
de las Capullanas era muy limitado en los tiempos pre-hispánicos. En los
curacazgos tallanes, 1a principal ocupación era la agricultura y eventualmente
las guerras intestinas. Las dos tareas eran asumidas por los curacas. En una
sociedad simplificada las demás tareas de gobierno eran entonces muy sencillas,
casi domésticas y serían esas labores las que asumía la Capullana, es decir
como una ama de casa extendida a todo el curacazgo.
Posteriormente durante el coloniaje, los españoles no
sólo respetaron ese sistema de matriarcado, sino que en cierta forma lo
estimularon, al permitir que también las mujeres pudieran heredar los
curacazgos. Durante la época de colonia, los curacas tenían poderes muy
limitados, y más bien eran los intermediarios entre las autoridades españolas y
la masa india. Otro aspecto en que también las Capullanas de la Colonia
tuvieron cierta injerencia fue el económico, relacionado con 1a propiedad de la
tierra.
En el mundo de la antigüedad, fue muy común la
presencia de mujeres en los tronos de los grandes imperios. Pero el año 600 D.C
los francos o salios que ocupaban la Francia de hoy, fueron los primeros que
excluyeron a las mujeres del trono dando la Ley Sálica. Por lo visto entre los
tallanes no existió la Ley Sálica.
Bien hemos estudiado a Los Tallanes y a las bravas
Capullanas, y hemos descubierto que muchos habitantes tienen apellidos de
origen Tallan, y que verdaderamente le hacen honor a su apellido, así que sigamos
estudiando Sullana.
Cortesia de las alumnas del tercero "E" de la Institución Educativa Inif N° 48 Sullana.
Cortesia de las alumnas del tercero "E" de la Institución Educativa Inif N° 48 Sullana.
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