Cerámica en los Valles del Chira y Piura



UBICACIÓN NACIONAL Y CONTINENTAL

UBICACIÓN REGIONAL Y CULTURAS CIRCUNVECINAS



CURACAZGOS EN EL SEÑORIO TALLÁN SIGLO XVI
(VALLE DEL CHIRA)

EL RÍO CHIRA – AFLUENTES Y RECORRIDO

EL RÍO PIURA – AFLUENTES Y RECORRIDO


Cerámica en los Valles del Chira y Piura


Presentación

El presente texto sobre la cerámica Tallan en los valles del Chira y Piura, es la culminación de más de una década de investigación tomando en cuenta la bibliografía disponible, además se ha realizado trabajo de campo  con visitas a lugares donde sabiendo  que los ceramios tallanes están en manos de familias y coleccionistas privados, además de la que se exhibe en los distintos museos o salas de exposición de la región. Otros los hemos hallado en pequeños museos de distritos y hasta en colegios. También hemos visitado lugares donde los huaqueros habían pasado destrozando tumbas y lugares sagrados y recogido la llamada callanería (trozos de cerámica rota) de mucho valor para  nosotros. Nuestro trabajo incluye también una revisión histórica tanto de fuentes (Crónicas y relatos) como de investigadores que han estudiado la cultura Tallan desde el primer contacto con los hispanos llegados a nuestras costas. Precisamente se vuelve importante porque es la primera etnia peruana que entra en contacto y a la vez conflicto con la presencia e intenciones de los europeos que cambiaran el curso de nuestra historia.

En todo trabajo hay una intencionalidad y la nuestra es mostrar de manera interesante y novedosa uno de los recursos culturales más importantes dada su trascendencia. Sabiendo que esta muestra de desarrollo cultural no sólo consiste en vasos, recipientes y ollas sino que abarca otra serie de elementos importantes en el desarrollo de las sociedades humanas, como es por ejemplo la religión, el poder, y la misma arquitectura. Tenemos igualmente en cuenta las relaciones con otros pueblos y culturas cercanas a su territorio como cerámica de Valdivia, Chorrera y Machalilla en el país del Ecuador.
                                 
El trabajo presente consta de tres partes, una sobre la historia de la cultura Tallan a través de los cronistas e investigadores más importantes que han recogido y dejado testimonio sobre su existencia y características, en segundo lugar las reproducciones fotográficas de los ceramios seleccionados según criterios científicos y estéticos, finalmente los comentarios y apreciaciones estéticas de la mayoría  de ellos de tal manera que los que miren los ceramios y otros objetos desarrollen las capacidades de juicio sobre estos productos culturales de primer orden.

Además de estas tres partes del texto, hay tres miradas complementarias una arqueológica es decir más positiva donde se aprecia el aspecto técnico y tecnológico que ha supuesto la elaboración de las muestras de cerámica, la segunda mirada es etnológica es decir tratar de entender para que sirvió la cerámica producida entre los Tallanes y las influencias culturales y políticas que tuvieron a lo largo de su existencia de parte de los grandes reinos e imperios que los rodearon y alguna vez los dominaron. En este aspecto consideramos que los Mochicas, el rieno Sican y Sipan, los Huancapampas y Ayabacas, los Guayacundos y los pueblos que hoy pertenecen al Ecuador son de mucha importancia por las relaciones existentes y mutuas influencias concretamente en la producción de la cerámica. En este sentido distinguimos cerámica de uso doméstico es decir muy vinculada a las funciones predominantemente por las mujeres como es la cocina, la medicina, y las actividades agropecuarias. La cerámica de uso ornamental y político, y finalmente la de uso religioso, sacro  y funerario. Y como marco mayor está el histórico donde se abordan temas como los cronistas que escribieron sobre la nación Tallan, los estudios que hay desde la etnohistoria y la arqueología que amplían los otros aspectos de la sociedad  Tallan y su desarrollo histórico.

Somos conscientes  que en la investigación no hay última palabra y por lo tanto no pretendemos más que aportar nuestro esfuerzo de profesionales interesados en fortalecer la identidad local y regional tratando  de esta manera motivar a las nuevas generaciones de investigadores en seguir trabajando en tantos temas que se abren para bien de nuestras instituciones educativas de nivel básico como las superiores.

Es importante decir en este momento que no hemos tenido laboratorio arqueológico como debimos tenerlo, no contamos con pruebas modernas para medir y determinar con más certeza la época y los años de los ceramios estudiados. Pensamos que este trabajo tiene esta limitación y que es muy posible que tengamos errores dada la cantidad de falsificadores de piezas que existen.

¿De dónde nace el subtítulo “Buscando nuestras raíces”? nace porque, como dice un sabio refrán africano y que es pertinente a nuestro propósito y nuestra situación: “Cuando no sepas con claridad a dónde vas, por lo menos debes saber con claridad de dónde vienes”. En este sentido queremos decir que en la cerámica producida por nuestros antepasados podemos encontrar algunas de las raíces más importantes de nuestra identidad ya que pensamos que Sullana no nació recién con la fundación española del benemérito obispo Martinez Compagñon y Bujanda el siete de julio de 1783, sino que nuestra identidad se alimenta de fuentes más profundas y más antiguas. Sullana tampoco nace con la constitución como provincia en 1911. Son válidas de recordar y celebrar estas fechas pero no podemos perder la dimensión más larga y rica que ha supuesto esta relación continua entre sociedad y paisaje, hombre y naturaleza, lo que hoy se entiende como paisaje cultural. De igual manera las relaciones con los pueblos circundantes con los que intercambiaron toda clase de bienes y servicios, tanto del territorio peruano como de países como Ecuador y Colombia.

El segundo motivo de nuestro título es que queremos contribuir a la mejor formación académica de nuestros docentes y estudiantes respecto al conocimiento de nuestro pasado histórico y cultural. Hoy la cultura moderna tiende a mirar demasiado el presente y el futuro con cierto desprecio del pasado. Claro que es importante tomar en nuestras manos nuestro presente y planificar el futuro (Pensamiento prospectivo) pero necesitamos raíces para tener ala, como lo dijera el poeta mejicano Octavio Paz. No sabremos bien a donde ir sin saber bien quienes somos y por lo tanto de dónde venimos y quiénes somos y podemos.

Un aspecto que también nos parece importante es que en la historia peruana después de la captura del emperador Atahuallpa por los invasores hispanos en Cajamarca se ha olvidado un tanto  la historia de nuestra región norteña de tal manera que por ejemplo la historia de la fundación de la primera ciudad hispana en América del Sur fue en un pueblo Tallan llamado Tangarará a orillas del gran rio Turicarami hoy llamado Chira. Este olvido que suena un tanto a desprecio, se expresa también en el poco interés por los estudios históricos, arqueológicos y socioculturales de nuestra región de parte de las elites intelectuales.  Los profesionales de las ciencias humanas y sociales no han sido muy valorados y menos aún se ha invertido para el desarrollo de las mismas ciencias. En el campo del estudio de la lengua Sec, por mencionar sólo un ejemplo,  es notorio el desinterés.

 Finalmente pensamos que esta  continua desidia y falta de inversión en la cultura local y regional ha influido bastante en la conciencia y valoración de nuestro pasado y nuestra identidad. Por este motivo queremos afirmar con nuestro trabajo que nuestro pasado tiene que ser rescatado, valorado, conservado y promovido para bien nuestro y el de las futuras generaciones. Hoy los retos de la globalización, el cambio climático y las inversiones millonarias que se están haciendo en nuestra región nos exigen más identidad y más claridad de dónde venimos y qué queremos, como personas y como colectivos. De estas reflexiones concluimos  que nuestro trabajo tiene que ser eminentemente educador y formador de nuestra autoestima y valoración. Así contribuimos a que el Proyecto Educativo Nacional y el Proyecto Educativo Regional sea una realidad y no un buen documento más que se hizo y que se encarpeta en los anaqueles de las oficinas del Ministerio de Educación y las instituciones educativas de todo nivel.

Deseamos fervientemente que este trabajo anime a los profesores de los distintos niveles, sobre todo los vinculados a las ciencias históricas y humanas a profundizar en el conocimiento de nuestro pasado, a despertar en los niños y jóvenes el aprecio por lo nuestro y nuestros recursos arqueológicos y culturales. Hoy por hoy  la cerámica, como disciplina creativa nos ha llevado a ubicar la producción norteña de Chulucanas y su exportación como producto bandera, por lo tanto nuestros alumnos tienen que aprender a conocer cómo se hicieron y qué expresaron nuestros antepasados en toda ella. Cada uno de nosotros nos tenemos que volver en promotores de base de nuestra cultura, pero para ello tenemos que conocerla, valorarla, cultivarla y defenderla.

Agradecemos a todas las personas e instituciones que nos han apoyado durante el trabajo hecho, a los coleccionistas, autoridades, docentes, jóvenes y niños que nos facilitaron la ubicación y fotografiado de las muestras. También a  nuestras familias que han tenido paciencia con nosotros y nos han dado los recursos necesarios. A los revisores y auspiciadores de la publicación de nuestro trabajo.    

Los autores

Cerámica en los Valles del Chira y Piura

LOS TALLANES Y NOSOTROS.
“Yo siento que tengo una base en mis antepasados.
Antes no era así, me sentía como flotando en algo
                                     que no conocía a fondo. Conociendo una raíz histórica profunda
                                        me siento que pertenezco a un pueblo”. 
Gerasimo Soza

Al principio del segundo milenio los Tallanes lograron estructurar una organización social avanzada. Curacazgos y parcialidades compartían ritos religiosos, comportamientos sociales y manifestaciones estéticas; pero una diferenciación más fuerte de los grupos sociales permitía a los artesanos especializados jugar un papel importante en la vida económica. Se establecen complejos sistemas de aldeas a lo largo de los ríos y se aprovechan las complementariedades que permite la diversidad de cultivos y de recursos entre las tierras altas y los oasis costeños. El comercio sur-norte era ya una práctica antigua, atestada por el tráfico de “mullu” (Spondylus) y el uso de “hachas monedas” de cobre. Los intercambios intra-regionales este-oeste eran favorecidos por las fáciles comunicaciones en esta parte de los andes septentrionales[1].

En el Chira, centenares de aldeas tallanes e importantes complejos administrativos y religiosos (fortalezas, templos, residencias, en Vichayal, Monte Lima, Chalacalá, Poechos, etcétera) evidencian que en el periodo preincaico existía una sociedad compleja, con índices de organización estatal, y una fuerte densidad poblacional. Las conquistas Chimús e Incas significan mayor integración en un orden pan-andino y la subordinación de los señoríos Tallanes a un poder centralizado.

¿Somos nosotros piuranos descendientes de los Tallanes que a la llegada de los españoles poblaban los valles costeños del norte del Perú? Sí y no. No porque, fruto de las migraciones y del mestizaje, nuestra sociedad regional es ahora en parte como lo decía José María Arguedas la de “todas las sangres”. Sí, porque compartiendo los mismos paisajes, el mismo complejo ecosistema, buena parte de los mismos recursos naturales, ciertas técnicas artesanales y más que todo un sinfín de rasgos culturales, a veces sin saberlo, somos diferentes de otras regiones del país. Los Tallanes son de manera subterránea parte de nuestra identidad regional y de nuestra idiosincrasia, un componente oculto del “ser piurano”.



[1]  Gerasimo Sosa, El barro nos unió: arte y tecnología de la cerámica de Chulucanas, Piura. Piura : CIPCA, 1984, página 25.
[1] Bernex y Revesz 1988, p. 11.



Cultivaban el frijol, el maíz, el camote y pescaban las mismas especies marinas. Hoy día el congrio, la caballa, las zarándajas, el camote, la cancha son ingredientes ineludibles de nuestro cebiche cotidiano. Se vestían de camisetas y mantas de algodón, ahora la fibra del Gossypium piurano se exporta al mundo entero.

Por cierto, los vestigios dañados por el paso del tiempo de importantes construcciones tallanes en adobe que se encuentran en las Huacas de Sojo y de Chalacalá o en el sitio arqueológico de El Cucho, ubicados en el valle del Chira, así como en Narihualá en el Bajo Piura, huellas de un pueblo sin escritura, yacen mudas: no nos informan sobre los cantos, las danzas, el sentimiento religioso que animaban estos lugares y no entregan su secreto.

Sin embargo, y en otro registro, como no destacar la permanencia viva de tradiciones seculares. Es poderosamente llamativo, por ejemplo, constatar que los alfareros de Simbilá, caserío ubicado a mitad del camino entre Piura y Catacaos, a pesar de que su producción tiende a ser desplazada por los utensilios de aluminio  o de plástico, siguen abasteciendo el Bajo Piura de cerámica utilitaria de arcilla (cantaros para hacer la chicha, ollas, jarras, peroles, tiestos, platos, vasos, etcétera) análoga en buena medida a la de los Tallanes de que son los herederos[1]. En una perspectiva diferente es también digno de admiración el itinerario, las averiguaciones y la creatividad  de Gerásimo Sosa y de otros ceramistas y artistas de Chulucanas. Él y sus compañeros del grupo Saño Samayoc iniciaron su labor excavando y estudiando trozos de cerámica precolombina que abundan en la zona, analizando y reconstruyendo las antiguas tecnologías usadas en la elaboración de estas piezas, haciendo así resurgir técnicas perdidas en el tiempo. Luego, después de un arduo proceso, adecuaron estas tecnologías a sus necesidades artísticas y a su visión de la vida, abriendo nuevas modalidades de expresión y produciendo una variedad de formas plásticas de gran belleza[2].

Acercar el pasado del presente, superando la brecha que los separa, es precisamente el propósito central y la apuesta de los tres coautores de la presente obra, sullaneros de nacimiento o por adopción.

Lo hacen “buscando nuestras raíces” a partir de un largo trabajo de campo en torno a ceramios”localizados en, Morropón, La Arena, La Unión, Tambogrande. Para el valle de Piura y el valle del Chira los lugares de Huangalá, Chalacalá, Monte Negro, El Cucho, Tangarará, Sojo, La Huaca, Amotape, El Arenal, Querecotillo, y la importante colección del Museo de la cultura de Sullana y colecciones particulares” que dará pie a la colección de fotografías publicadas por primera vez en este libro.

Lo hacen también a partir de una larga y detenida exploración de fuentes arqueológicas y etnohistóricas a veces de difícil acceso desde nuestra región. En particular a partir de lectura y transcripción de las obras de los cronistas españoles, varios de ellos testigos presenciales del encuentro en Piura entre los dos mundos: Pedro Cieza de León, Francisco de Jerez, Miguel de Estete, Pedro Pizarro y otros. Describen paisajes, señalan lugares, cuentan incidentes y se refieran a costumbres.

El primer contacto en  América del Sur[3] entre hispanos y poblaciones nativas fue el encuentro en alta mar entre los navíos de los conquistadores y las balsas tallanes, muy parecidas en su concepción, forma y material a las balsas de tamaño más reducido utilizadas todavía por los pescadores de la caleta de Yacila, cerca de Paita.

Luego los conquistadores asentaron su poder político con la fundación de Piura por Francisco Pizarro en 1534[4] con el nombre de San Miguel, en Tangarará,  a orillas del Chira, a poca distancia del Poechos de esta época entonces importante centro poblado Tallan, hoy desaparecido sumergido por las aguas de la represa[5].

Más tarde, más lejos, fueron la tragedia de Cajamarca y la caída del Imperio Inca cuya presencia en nuestra región fue breve y efímera (medio siglo).

Los autores subrayan con razón que este encuentro de dos mundos y de dos culturas cambiara radicalmente la forma de vida de los amerindios, destacando que en 1532 “se cierra definitivamente los capítulos de los desarrollos autónomos de los indígenas americanos en la construcción de su propia cultura”.
La obra que presentamos es doblemente ambiciosa, en su contenido y en su intención. Por un lado la envergadura y la acuidad de la investigación que los autores emprendieron con audacia y llevaron a cabo con soltura. Pero también porque el público al cual postulan dirigirse no es el erudito sino los docentes de todos los niveles y modalidades de educación pública y privada a fin de contribuir a su mejor formación académica respecto al conocimiento de nuestro pasado histórico y cultural, esperando también motivar nuevas generaciones de investigadores. En este sentido este trabajo, como lo recalcan, no es solo un punto de llegada  sino  también un punto de partida.
Agradecemos y felicitamos a los autores por sus notables aportes a pesar de la falta de apoyo efectivo de parte de la Municipalidad de Sullana. Esperamos que susciten iniciativas del mismo tipo en Piura y en las otras regiones del país. Las necesitamos.
Bruno Revesz
Director de Investigación del Cipca, Piura.




[1] Camino, Lupe.  Los que vencieron el tiempo: Simbilá, costa norte perfil etnográfico de un centro alfarero. Piura: CIPCA, 1982, 139 p.
[2] Ver “El barro nos unió: arte y tecnología de la cerámica de Chulucanas” de Gerasimo Sosa. No solo un impresionante testimonio sino un notable manual técnico en torno al manejo del fuego, el uso de las arcillas, el dominio de los engobes y texturas y otros asuntos de vital importancia.
[3] Años antes, Hernán Cortez se había enfrentado con el Imperio Azteca en América del Norte.
[4] Hay controversia en torno a esta fecha. Los autores de este libro abogan a favor del año 1532.
[5] Como es sabido hubo varias fundaciones y refundaciones de la capital regional. Poco tiempo después de su instalación en Tangarará, la población se traslada al “Monte de los Padres” en el Alto Piura, próximo a Yapatera. Luego en 1578 los pobladores abandonan esta “Piura la Vieja” y se trasladan al puerto de Paita ya fundado como San Francisco de Buena Esperanza. Por último la fundación definitiva se realiza el 15 de julio de 1588 en el Chilcal a proximidad de la represa india del Tacalá en el valle de Catacaos, tomando el nombre de San Miguel del Villar.      

Información cededida por el Museo de Sullana  a cargo del señor: José Carlos Flores Lizana. solo para uso educativo.

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